La ilustración y el humanismo en el castigo.
Eduardo Daniel Ortega Castañeda
Para el año de 1789 la revolución francesa era más que un hecho, este
movimiento se extendió vertiginosamente a lo largo y ancho del territorio
trayendo consigo un periodo de inestabilidad y violencia inusitado que no
solamente daría como resultado una revolución ideológica sin precedentes,
sino también una reformulación profunda sobre los aparatos de castigo del
estado. Es importante mencionar que, desde el medievo principalmente, hasta
este momento -en que las ideas ilustradas tomaban fuerza- los métodos de
castigo empleados en toda Europa eran bestiales, tanto que hasta nuestros días
resuenan los nombres de aquellos instrumentos encargados de aterrorizar a
quien osara violar las leyes establecidas, por ejemplo: la cuna judas, la
doncella de hierro, la pera de la angustia, la jaula colgante etc.
Cabe mencionar que Francia hasta poco antes de que estallase la revolución y
durante sus primeros años era particularmente adepta a emplear métodos de
tortura increíblemente crueles a sus condenados, siendo los más comunes, la
rueda de despedazar, la amputación pública y la muerte con garrote, así como
la decapitación con sable, aunque esta última estaba reservada en la mayoría
de los casos para la nobleza. Sin embargo, al difundirse las ideas ilustradas,
surgió entre los nuevos impartidores de justicia la necesidad de encontrar
nuevos métodos de castigo que se amoldaran a esta nueva visión de
impartición de justicia, cuyo enfoque era de corte humanista. Es así como de
un momento a otro la pena dejo de residir en el castigo físico como tal, sino
que trascendió a un plano simbólico, dando lugar a un instrumento que no solo
cumpliría con estas características “humanistas” sino que se convertiría en un
emblema de la revolución y una poderosa arma política.
La guillotina es una máquina de ejecución desarrollada por el médico y
diputado Joseph-Ignace Guillotin, el cual retomando el concepto de otros
instrumentos semejantes que datan del siglo XVII, logra perfeccionar la
técnica de la decapitación, dotándola de un carácter más compasivo y menos
violento, empleando solamente la fuerza de gravedad y la distribución de peso
en la navaja era la herramienta perfecta para acabar con la vida de un ser
humano. En sus inicios esta máquina después de ser probada fue dispuesta
para su uso por la Asamblea legislativa en el año 1791, siendo su periodo de
auge la época del terror, donde se tiene registro de la decapitación de por lo
menos 16,594 personas donde al menos 2,622 fueron en París y aunque estos
números pueden dar fe de la popularidad que adquirió durante este periodo la
guillotina estaba muy lejos aún de ser obsoleta, se sabe que al termino del
terror la guillotina prevaleció como el principal instrumento de muerte en
Francia cobrando la vida de entre 35 mil y 45 mil personas, sin mencionar que
también estuvo vigente en la Francia del directorio y el Imperio napoleónico.
No fue hasta el año de 1977 que, al abolirse la pena de muerte, la guillotina
vio sus días contados, no sin antes marcar un antes y después en la historia de
la pena capital.
Referencias
Tafalla, Joan (2012). “La guillotina: el invento infernal de la Revolución”. Historia
National Geographic (Barcelona) (132): 16-20.
Vovelle, Michel (2000). “Introducción a la historia de la Revolución Francesa”
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