La Revolución Industrial: ¿retoño del progreso técnico o de la inversión de capital?

Por Almeraya Heredia Mariana

La Revolución Industrial, como bien sabemos, trajo consigo la implementación de un sistema de talleres y fábricas mecanizadas cuyo principal propósito fue la fabricación masiva y sistemática de productos de consumo; ello con la intención de eludir pausas, incrementar la producción y aminorar los gastos que ésta implicaba. Sin embargo, conviene cuestionarnos: ¿en verdad la industrialización se debió a un progreso técnico en cuanto a la maquinaria ocupada, o fue, por su parte, impulsada por el capital invertido, principalmente por los burgueses, cuyo interés era que se acelerara su ganancia de dinero al estimular la industria?


Como lo menciona acertadamente Hobsbawn, pese a que el proceso de industrialización, al igual que el desarrollo económico, fueron dos fenómenos indisolubles, en realidad, en términos estrictos, la Revolución Industrial no fue tan avanzada y científica, pues, por ejemplo, académicamente hablando y tomando en cuenta el caso del sistema educativo inglés, éste era bastante débil. En realidad, Inglaterra tuvo condiciones y circunstancias muy particulares que propiciaron la puesta en marcha de la industrialización; así, los intereses económicos y fabriles de la burguesía británica para asegurar el progreso nacional, pero, sobre todo, para agilizar el mercado al comprar barato y vender caro sin restricciones, fueron determinantes para las nacientes industrias.


Aun cuando no hay que negar algunos avances como la máquina de vapor, Hobsbawm nos menciona frecuentemente que seguía siendo continúo el uso de aparatos y mecanismos de antaño; así, él nos dice lo siguiente al respecto: “Esta mecanización tomó principalmente más bien la forma de una adaptación o ligera modificación de la maquinaria ya existente que la de una absoluta revolución técnica”.[1] Ello resulta interesante porque, precisamente la película Modern Times, desde mi particular punto de vista, satiriza la idea generalizada del predominio de la máquina sobre el hombre, lo cual se denota muchísimo más al presentar incluso una máquina que mecaniza una actividad, ya no precisamente industrial, pero que sí implica acciones de la vida diaria, como lo es comer. Además, evidentemente y como se muestra en dicho filme, quienes tenían el poder adquisitivo para dirigir e invertir en las fábricas, eran burgueses, y de ellos emanaba la propensión que representaban las atractivas posibilidades de ganar más dinero a expensas de una industria cuestionable.


Con lo último mencionado anteriormente, como podemos observar en el documental The True Cost, la herencia, los estragos e intereses de la industrialización del decimonónico no se hicieron esperar en nuestra contemporaneidad, pues ha primado entre los magnates e inversores, la ambición de obtener la mayor cantidad de ganancias posibles, sin cuidar ni velar por las condiciones laborales e integrales de quienes trabajan en los talleres o fábricas, que, como se denota, son hasta cierto punto bastante obsoletas, sin maquinaria propiamente vanguardista o, al menos, adecuada y segura para la mano de obra, a la cual se le paga míseramente con la finalidad de que la inversión se reditué a los próceres en jugosas cantidades monetarias.


Así, es curioso que un proceso histórico que trajo consigo lo que conocemos como “modernidad”, no haya sido del todo moderno en sí mismo, pues si analizamos detalladamente, no se crearon artefactos realmente novedosos, y, por el contrario, el fenómeno industrial emprendió vuelo a instancias de la financiación monetaria de los más acaudalados, cuestión que se denota en la película de Chaplin, pues además de que el propio título tiene implícita la palabra, también nos permite observar que, más allá de las fervientes innovaciones técnicas, los dueños de fábricas eran los más interesados en acrecentar sus talleres y maquinarias para, proporcionalmente engrandecer sus ganancias.


Referencias:
  • Hobsbawm, Eric, "Los orígenes de la Revolución Industrial Británica" en En torno a los orígenes de la revolución industrial, España, Siglo XXI Editores, 1971, p. 89-114. 
  • _____________, "La Revolución Industrial" en La era de la Revolución. 1789-1848, Buenos Aires, Crítica, 2009, p. 34-60.
  • Modern Times, dirigida por Charles Chaplin, producida por United Artists, Estados Unidos, 1936. 
  • The True Cost, dirigido por Andrew Morgan, Estados Unidos, 2015.
______________________________
[1] Eric Hobsbawm, "La Revolución Industrial" en La era de la Revolución. 1789-1848, Buenos Aires, Crítica, 2009, p. 50. 

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